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Son muchos los peldaños ascendidos
e inciertos e inseguros los que me quedan.
Las esperanzas mutiladas por recuerdos abnegados
son la zancadilla a mis sentimientos mundanos.
Víctima y verdugo de mis emociones,
muero en manos de la pasión que me habita.
Esa misma que me impide preguntarle a la verdad
por temor a su respuesta.
Al final de la escalera me esperará el arrepentimiento
pero entonces ya no será posible descender
y la pasión me abandonará jocosa
en busca de otra alma a la que esclavizar,
mortificándola hasta convertirla en cobarde.
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