Días difíciles

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No han sido estos últimos, días fáciles y aunque hallar la luz al final del camino nos esté haciendo olvidar a velocidad vertiginosa la oscuridad en la que hemos estado sumidos, quiero, antes de que se cumpla mi deseo de olvidarlo por completo, daros las gracias a los que habéis estado ahí, a mi lado, físicamente o en la distancia, merced a ese grato sucedáneo que nos permiten a día de hoy las nuevas tecnologías.

Es en esos momentos cuando una toma una mayor conciencia de su ya consabida vulnerabilidad, precisamente por eso, es en esos momentos cuando más se necesita una mano amiga que nos ayude a tirar de la carga, un hombro amigo con el que compartirla o una voz amiga que nos augure un final feliz, aunque luego pueda no resultar verdad.

No me parece ético poner nombres y apellidos, pero no quiero pasar por alto el comentar que estoy sorprendida y profundamente agradecida y emocionada por algunas de las manos tendidas que he encontrado en mi camino.
Y a pesar de que podría estar decepcionada por otras que me hubiera gustado encontrar, no lo estoy porque, la vida nos somete a duras pruebas y es en su transcurso cuando nos descubrimos como somos realmente.

Ahora sé que debo amar a algunas personas que, aunque sé que jamás las he ignorado, tal vez no les he prestado toda la atención que realmente merecen.
Y ahora también sé que debo aprender a ignorar a algunas personas a las que, seguramente, he estado amando demasiado sin merecerlo.

Tanto a unos como a otros, GRACIAS por demostrarme como sois.
Y a los que estáis, GRACIAS por concederme el honor de ser vuestra amiga.