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En el parque de las promesas rotas
hallé escondida una puerta:
la del cementerio de los sueños imposibles.
Quise errar entre sus tumbas,
ebria de mis recuerdos,
preguntándome porqué un día
no supe congelar el fuego,
reprochándome por no ser jamás
capaz de prender el hielo.
Embriagada… aturdida,
derrotada… impotente,
caí rindiendo mi cuerpo
a una fría losa inerte.
No sé el tiempo que pasó,
ni lo que sucedió entretanto.
Quizás fueron horas… semanas,
meses… tal vez años inconsciente.
Cuando una tibia llovizna me despertó
cayendo de un límpido cielo,
sentí desconsuelo y vacío,
tristeza y abatimiento,
y un repique acompasado
presagiando sufrimiento.
Quise sobreponerme,
para entender y comprender.
Abrí los ojos a la luz
y mi dolor fue creciente.
No eran lluvia ni badajos,
las que quebraron mi sueño.
No había nubes ni campanas,
ni rocío, ni carillones,
sólo amargas lágrimas manando
de un querubín resignado
que a golpe de escoplo y martillo
cincelaba con desaliento
tu nombre en el mármol frío .
Y allí te dejé…
Bienvenidos/as!
dijous, 30 d’agost del 2007
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